A un cuarto de hora de satisfacer todas nuestras necesidades

Hay un problema en el sistema urbanístico de todos los municipios. No solo arquitectónico, también encontramos brechas en la oferta que cubre nuestras necesidades, desde las más básicas como comer o salir a hacer deporte hasta otras más ociosas como teatros, cines o piscinas. Está claro que las ciudades de 15 minutos aún son sólo teoría.

El tamaño no importa, los problemas sí

Si vives en una ciudad grande, como Madrid o Barcelona, te habrás dado cuenta de que no es posible vivir, trabajar y disfrutar en un radio de uno o dos kilómetros. Es necesario que uses el transporte local o tu propio vehículo para llegar a todas partes.

Si vives en un municipio más pequeño, quizás puedes llegar andando a todas partes, pero no tienes todos los servicios que necesitas. Este problema es más logístico que urbanístico y está limitado por el tamaño del propio municipio.

Las ciudades de 15 minutos ganan adeptos en las grandes metrópolis porque no solo tienen el espacio para establecerse, sino también los recursos necesarios para que un residente vea sus necesidades cubiertas.

¿Qué son las ciudades de 15 minutos?

Una primera definición de esta ciudad del futuro sería lo más parecido a un barrio de antaño. Un grupo de calles autosuficientes donde todos los servicios esenciales están a menos de un cuarto de hora en bicicleta o andando.

Pero esta nueva distribución urbana no es tan simple como mirar al pasado. Es una forma innovadora de solucionar un problema básico: la pérdida de tiempo en los desplazamientos. Y ya tiene políticos de su lado, como Anne Hidalgo, alcaldesa de París, que lo ha incluido en su plan de propuestas ecológicas urbanas.

¿Qué beneficios ofrece esta idea de ciudad del futuro?

Como ya mencionamos en nuestro artículo sobre las supermanzanas, hay que trabajar con la arquitectura disponible, transformando lo estrictamente necesario. Dicho de forma clara: no podemos tirar una ciudad abajo.

Si conseguimos adaptar los edificios, las calles y el aparcamiento a las necesidades de los residentes, obtendríamos una serie de ventajas para todos:

    • Menos necesidades de transporte particular. Si podemos llegar a cualquier sitio en vehículos compartidos, transporte público o a pie, la dependencia del coche de combustión disminuye.
    • Menos espacio para los coches. Lo que significa poder hacer más calles peatonales, más zonas verdes y de ocio. Y también menos humo, contaminación y desgaste de los elementos urbanos.
    • Más equilibrio trabajo-vida. La situación actual demuestra que el teletrabajo está calando en la sociedad. Ahorrarnos todos los días un desplazamiento de incluso más de una hora nos permite disfrutar de más tiempo para nuestra vida personal.

En resumen, las ciudades de 15 minutos mejoran la calidad de vida, mientras que también fomentan alternativas de transporte que siguen mejor las directrices de la movilidad sostenible. Si añadimos a estas ciudades medidas similares a Madrid Central, el humo se verá sustituido por cargadores de vehículos eléctricos, movilidad compartida y VMP como patinetes.

Supermanzanas y ciudades de 15 minutos, la unión hace la fuerza

Las dos iniciativas del espacio urbano que hay sobre la mesa no solo son complementarias, sino que la sinergia resultante es lo que necesita precisamente la ciudad del futuro.

Las supermanzanas restringen el tráfico en su interior y amplían los espacios de las personas que van a pie. Pues un grupo de supermanzanas, si cuenta todos los servicios básicos, puede formar una ciudad de 15 minutos.

Necesidades cubiertas, zonas verdes y restricción del tráfico en su interior. Parece un lugar perfecto para vivir, trabajar y disfrutar. En palabras de Carlos Moreno, profesor de la Sorbona y principal impulsor de las ciudades de 15 minutos: “hemos convertido una ciudad en algo desparramado, sin vida, hay que volver a amar el lugar”.